B. F. Skinner decía hace tiempo:
“En ciencia, los términos “causa” y “efecto” ya no se utilizan tan ampliamente como en el pasado. Han sido asociados con tantas teorías sobre la estructura y el funcionamiento del universo que significan mucho más de lo que los científicos pretenden decir. Sin embargo, los términos que los reemplazan se refieren al mismo núcleo de los hechos. Una “causa” se convierte en “cambio en una variable independiente” y un “efecto” en “cambio en una variable dependiente”. La antigua relación de “causa y efecto” se convierte en una “relación funcional”. Los nuevos términos no sugieren cómo una causa genera su efecto. Meramente afirman que diferentes eventos tienden a ocurrir juntos en un cierto orden. (…) Estamos concentrados, entonces, en las causas de la conducta humana. Queremos saber por qué los humanos se comportan como lo hacen. Cualquier condición o evento puede ser señalado como un efecto sobre el comportamiento” (Skinner, 1953, p. 23).
Si función reemplaza la causalidad, ¿significa que no existe la causalidad para el conductismo radical?
¿Qué entendemos por causalidad?
La causalidad es concebida de diferentes formas en diferentes ontologías (o en distintas hipótesis del mundo, en términos pepperianos). En el idealismo, la causalidad es un concepto que juega un papel fundamental en la estructuración de la experiencia subjetiva. En el empirismo, es la coocurrencia regular de dos eventos tal como es observada por un individuo. Finalmente, en el realismo, la causalidad es una relación en la que un evento produce a otro evento, sin importar que una persona presencie el hecho.
¿Hay un solo tipo de causalidad?
Cuando hablamos de “Causa-Efecto” corresponde hablar de causalidad lineal, siendo su fórmula más conocida: “la misma causa, el mismo efecto, siempre”; lo que quiere decir que una causa siempre y sin excepción produce el mismo efecto. Dentro esta fórmula contiene dos características que el conductismo radical esquiva con cierta facilidad: la primera es la aditividad. Esta tiene que ver con reducir el análisis causal de un fenómeno separando diferentes factores que luego son sintetizados en una simple suma. Por ejemplo reducir el análisis de un diagnóstico a la sumatoria de diferentes conductas señaladas en el DSM-V.
Existen componentes que derivan de la aditividad, entre ellos: unicidad, unidireccionalidad y proporcionalidad. La unicidad consiste en que una única causa lleva a un único efecto, para contrarrestar con esta idea hay que presentar un caso donde varias causas den el mismo efecto y otro en la que la misma causa puede llevar un número de efectos distintos. Mario Bunge (1997) para el primer caso ejemplifica con la producción de calor, cuyo efecto puede ser producido por una variedad de causas: fricción, combustión, reacciones nucleares en cadena y microondas. Mientras que para el segundo caso se podría ilustrar con el modo de operación de ciertas hormonas que actúan como un estimulante del crecimiento cuando se aplican en las puntas de una planta, pero funcionan como inhibidores cuando se aplican en las raíces.
Dentro de nuestra disciplina, podríamos decir que la conducta evitativa puede ser evocada a partir de múltiples estímulos (mismo efecto, diferentes causas). En cambio, para el segundo caso podríamos decir que un mismo estímulo en una misma persona puede llegar a tener diferentes respuestas, un ejemplo podría ser la propia técnica de exposición a medida que la persona se expone repetidas veces al estímulo aversivo este paulatinamente deja de serlo a partir de la extinción, ya sea respondiente u operante. Lo que da a lugar que un estímulo aversivo eventualmente puede ser apetitivo o neutro.
En ambos casos no hay una conexión única entre causa y efecto: si varias causas diferentes pueden producir un efecto de manera independiente, no se producirá ningún efecto si una segunda causa se suma; en el caso contrario, si la misma causa puede producir efectos diferentes, es posible que dos ocurrencias de esta causa no lleven a la suma de sus efectos separados.
La unidireccionalidad implica que un evento afecta otro evento, pero difícilmente tiene efectos de forma inversa, es decir, consta de un solo sentido. En nuestra disciplina entiende que existe un individuo que opera sobre el ambiente, a primera vista hay una dirección lineal, pero el hecho de que la conducta misma del individuo tenga consecuencias no sólo en el entorno sino también en el individuo mismo, nos habla de una reciprocidad. En otras palabras, se trata de la capacidad de afectar y la capacidad de ser afectado lo que está representado en esta causalidad no lineal, o causalidad recíproca. Las contingencias de mi conducta repercuten en aumentar o disminuir las probabilidades de ocurrencia de esa misma conducta.
La proporcionalidad quiere decir que las causas de poca intensidad producen efectos de poca intensidad y grandes intensidades producen efectos de gran intensidad. Dentro de la causalidad no lineal, más específicamente en sistemas dinámicos, existen lo que se conoce como umbrales de intensidad, estos corresponden a intensidades específicas que en el momento que llega a cierta cantidad ejercen su capacidad de afectar. Por ejemplo, la vulnerabilidad emocional en Trastornos Límite de la Personalidad (TLP) implica que ante estímulos de baja intensidad, debido a la sensibilidad del umbral de respuesta, evocan una conducta ante estímulos relativamente leves lo que quiere decir que la respuesta se intensifica, de esta manera generando grandes efectos a partir de pequeñas causas. Esta causalidad, más específicamente, se llama causalidad catalítica (DeLanda, 2021). A su vez, hoy en día en psicología se utiliza los critical threshold como la transición cualitativa que tiene un individuo como sistema dinámico, para ilustrar un cambio de estado “sano” a uno “patológico” y viceversa (Para esto último, véase el trabajo de Hofmann, S. G., Curtiss, J., & McNally, R. J., 2016) [Notas del Autor: esta transición cualitativa no corresponde a la causalidad catalítica, en realidad corresponde a la cuasi-causalidad, fue un error mío].
Hasta ahora hablamos a favor de la causalidad no-lineal en oposición a la linealidad (misma causa, mismo efecto). Finalmente, vamos a ocuparnos de la segunda característica: necesidad (siempre y sin excepción, tendrá X efecto). Esta segunda parte puede ser igualmente cuestionada a partir de la causalidad probabilística, una causa dada no necesariamente lleva a la ocurrencia de su efecto, sino sólo a un aumento de probabilidad de que aquello ocurra. En psicología, más que nada el conductismo, siempre que hablamos del repertorio conductual y las distintas conductas que se encuentran en la historia de aprendizaje, cada una de ellas posee una probabilidad de ocurrencia en diferentes contextos. Algunas conductas más generalizadas que otras, pero al fin al cabo que una conducta tenga poca probabilidad de que ocurra no quiere decir que no exista como una disposición del individuo. Por esto mismo en terapia se pone como objetivo aumentar la probabilidad de aquellas conductas deseadas y disminuir la probabilidad de conductas desadaptativas. A su vez entendiendo que la extinción nunca es la eliminación de una conducta, sino restringir la posibilidad de que se emita una conducta-problema con la misma frecuencia que viene haciéndolo hasta el momento.
Cerrando
Como conclusión, Skinner intenta superar el paradigma del mecanicismo clásico oponiéndose a la idea de causa-efecto, sin embargo no creo que hay que confundirse creyendo que el conductismo niega el concepto en sí de causalidad. Yo interpreto que hablar de función es abogar por una no-linealidad. Por lo que prefiero (y sugiero) leer la palabra “causalidad” como “causalidad lineal”, pudiendo separar y distinguir de otros tipos de causalidades que existen. El mismo Skinner no estaba eximido de hablar de causalidad: “las variables externas de las que una conducta es una función proporcionan lo que puede denominarse un análisis causal o funcional” (pág. 35, 1953). En otras palabras, la función es la relación que existe entre variables/eventos, pero dicha relación es de carácter no-lineal productora de nuevas relacionales causales que surgen de manera extrínseca en lugar de intrínseca, impidiendo así cualquier subordinación del análisis a causas universales y/o al lenguaje elaborando un conjunto de axiomas. Esto permite que la función sea heterogénea en distintos contextos ya que no existe como tal una esencia de funciones ni una esencia en las funciones.
[Nota del Autor #2: Es verdad que nos podemos escudar diciendo que el concepto de función se trata de relaciones funcionales, relaciones dinámicas o simplemente es la relación entre variables/eventos. Lo crucial sería nombrar eso que es dinámico, en este caso lo que propongo es retomar la distinción de causalidad no-lineal que DeLanda recupera con tanta claridad: causalidad recíproca, causalidad catalítica y causalidad probabilística]
📚 Referencias:
- Bunge M. (1997). La causalidad. El principio de causalidad de la ciencia moderna. Argentina: Editorial Sudamericana S.A.
- DeLanda, M. (2021). Teoría de los ensamblajes y complejidad social. (C. De Landa Acosta, Trad.) Buenos Aires: Tinta Limón Ediciones.
- DeLanda, M. (2024). Ciencia intensiva y filosofía virtual. (P. Veas Orellana, S. Constanzo, G. Donoso, A. Maza, & C. S. Ubilla, Trads.) Buenos Aires: Tinta Limón Ediciones / Editorial Hiperstisión.
- Skinner, B. F. (1953). Science and human behavior. Macmillan.